de nuevo os traigo una entrada que no está redactada por mi, ni es una reseña u opinión de ningún libro sino que es un texto de Jose Luís Martínez, continuación del que publiqué en esta entrada.
Los Héroes de las Sombras - Jose Luís Martínez
"Cuando
la armonía entre los poderes arcanos de luz y oscuridad se vean
amenazados. Cuando una de las dos fuerzas rompa el equilibrio. Los
hechiceros renacerán y recuperaran las fuerzas de antaño; para, una vez
más, instaurar el orden mágico”
Capítulo 1
La oscuridad lo inundaba todo, engullía cada una de figuras que se encontraban en aquella mazmorra. Tan solo era desafiada por una oscilante luz, que luchaba contra ella, atravesando tímidamente los barrotes de la robusta puerta que mantenía encerrados a los ocupantes de la celda.
–Maldita sea, ¿qué ha ocurrido aquí? –preguntó un semielfo, vestido con una oscura túnica, mientras se frotaba la nuca dolorida por un fuerte golpe.
–No lo sé –respondió un elfo–, solo recuerdo que estaba en el camino, dirección a Arakesh. Unos hombres y mujeres vestidos de negro me pidieron ayuda … ¡Maldita sea! ¡Fueron ellos! Lo acabo de recordar con claridad –exclamó con un incipiente enfado–. Cuando me acerqué me golpearon por la espalda y ahora estoy aquí.
–Yo recuerdo lo mismo –dijo una voz femenina desde las sombras–. Recuerdo una escena parecida –añadió–. Unos hombres vestidos de negro se encontraban en el camino; su carreta había quedado encallada en una zanja y me pidieron auxilio. Después sentí un fuerte golpe y he despertado aquí –explicó la humana, sin poder ver a sus interlocutores por la absorbente oscuridad.
–Creo que todos hemos sufrido el mismo engaño, además en las mismas circunstancias, parece como si estuviera preparado… –dijo una cuarta voz, con tono calmo, sin compartir el nerviosismo de los demás.
–Preparado o no, deberíamos salir de aquí. Nunca me han gustado las celdas oscuras –dijo el semielfo–. Mi nombre es Noth, por cierto.
–Encantado, Noth –le contestó el humano con cierto interés –. Veo que eres un brujo. He oído hablar de vosotros, pero nunca había tenido el placer de conocer a ninguno. Mi nombre es Fermir y soy un hechicero.
Noth lo entendió en ese momento… Generalmente nadie se percataba de su condición de brujo, ya que había aprendido a disimularlo muy bien realizando conjuros que un mago también podía realizar. Sabía que no era demasiado bueno que todo el mundo supiera que había efectuado un pacto con un demonio para obtener su poder. Pero Fermir era un hechicero, usuarios que poseían un don especial para los hechizos, por sus venas corrían los poderes arcanos ancestrales, otorgándoles “la visión”. Lo que les permitía ver más allá de la carne y sentir tanto el poder mágico inherente en todas las cosas, como su naturaleza. Hasta no hacía demasiado se creía una raza extinta, porque llevaban años sin verse por Isgramort, aunque el recordaba perfectamente la leyenda,
“Cuando la armonía entre los poderes arcanos de luz y oscuridad se vean amenazados. Cuando una de las dos fuerzas rompa el equilibrio. Los hechiceros renacerán y recuperaran las fuerzas de antaño; para, una vez más, instaurar el orden mágico”
–¿Demonio, ente de luz o hada? –preguntó Fermir claramente interesado.
–Pensaba que los hechiceros formabais parte de las leyendas –contestó el brujo, eludiendo descaradamente la pregunta–, que eran historias que contaban los magos para fomentar su misticismo…
–No importa… Entiendo que no quieras compartir con desconocidos tus secretos –dijo el hechicero, condescendiente–, y nuestros nuevos amigos, ¿podemos saber vuestros nombres? –añadió mirando hacia las sombras.
–Mi nombre es Mara, suelo hacer trabajos de infiltración y recuperación –contestó la humana.
–Una ladrona –dijo el elfo con cierto desdén–. Mi nombre en la lengua común es Ereván, explorador del territorio elfo del sur.
–Bien, ahora que nos conocemos todos. ¿Qué diablos quieren esos extraños individuos de nosotros? –dijo Noth, señalando una extraña estatua con el dedo, como eludiendo que no podían tramar nada bueno.
La figura que representaba la roca era similar a una mujer. Su cuerpo era largo y musculoso, aunque su rostro distaba del habitual. Sus facciones eran similares a las de los demonios y de su boca asomaban afilados colmillos, pero lo más destacable eran las extrañas astas que sobresalían de su cabeza y espalda. El brujo la señaló sin caer en la cuenta que él y Ereván eran los únicos que podían verla. Estaba situada en el fondo de su prisión, cubierta por la oscuridad. En ocasiones se le olvidaba que los humanos eran incapaces de ver en la cerrazón, algo que para él y para Ereván era lo más normal, gracias a su sangre élfica.
El brujo, sin esperar contestación, se acercó a la figura para observarla más de cerca. Se percató que su superficie era porosa. Pasó la mano sobre la superficie y, de pronto, algo irrumpió en sus pensamientos de forma atropellada.
–¡No la toques! –gritó una oscura voz directamente a su mente–. ¡Aléjate de ella! ¡Estúpido! ¡Inútil!. ¿No has aprendido nada de mi poder?
>>Es la representación de uno de los antiguos oscuros. Seres de poder inimaginable. No hemos firmado nuestro pacto para que me arrebaten tu alma tan fácilmente –le explicó su demonio titubeante, como si esa estatua le inspirara temor.
Noth dio un salto hacia atrás, tropezando y cayendo de espaldas, impresionado por las palabras del demonio que le acompañaba. Nunca había notado ese miedo en su voz. Sin duda, esos seres debían tener un poder formidable. Ereván fue el único que vio con claridad la escena, pero no terminaba de entender que había ocurrido.
–No… no os acerquéis a la estatua… –dijo el brujo con voz temblorosa.
–Lo sé, he notado algo muy oscuro y antiguo en esa efigie –comentó Fermir–. Tienes razón… Lo mejor sería no acercarnos a ella –continuó mientras se acercaba a los barrotes de la puerta.
El hechicero trató de otear el exterior de la mazmorra, valiéndose de la tenue luz que proyectaban las antorchas que había clavadas en las paredes de roca. En el centro de la habitación se podía apreciar una mesa de madera, repleta de papiros y pergaminos visiblemente desordenados. Justo detrás asomaban dos piernas, vestidas con botas de cuero; pero no se podía apreciar al dueño de las mismas, ya que el ángulo de la puerta lo impedía. Un poco más alejado Fermir vio lo que buscaba, un cofre, donde seguramente estuvieran sus pertenencias. Se giró para informar a sus nuevos compañeros, pero no tuvo tiempo de hacerlo.
Un hombre encapuchado apareció de pronto, poseído por un terror indescriptible. Portaba en sus manos un vial que contenía un líquido azulado y una mecha encendida asomaba de su interior. El encapuchado se apoyó violentamente contra los barrotes de la celda, mostrando a sus ocupantes su expresión de absoluto pavor. Fermir lo observó con detenimiento, mientras se alejaba algunos pasos de la puerta. Entonces, desde las sombras de la habitación contigua, apareció una criatura que parecía salida de una pesadilla. Su cuerpo era redondeado, de color rojizo, carecía de piel y se arrastraba por el suelo, dejando un rastro de mucosa. Su boca mostraba varias filas de afilados colmillos y de los lados de su rechoncho cuerpo nacían dos extraños brazos, si es que se les podía llamar así, eran finos y delgados, acabados en dos punzones, que usaba para arrastrarse en dirección a su víctima. La criatura comenzó a gritar de forma estridente mientras saltaba, a una velocidad impropia para su complexión, sobre el hombre que se resguardaba en la puerta de la prisión.
Cayó sobre él, haciendo que trastabillara y provocando que soltase el vial encendido. Un fogonazo, seguido de una explosión, precedió la escena. La puerta recibió la mayor parte del golpe, ya que la fuerza del impacto la arrancó de cuajo, arrastrando en su trayectoria a Fermir, quien se golpeó contra la pared aparatosa y violentamente.
–¿Estás bien? –preguntó Mara, impresionada por la escena.
–Maldita sea… No lo vi venir… –dijo el hechicero entre quejidos.
–Sí, sí… Solo ha sido el golpe. Lo que importa es que ahora somos libres –contestó Fermir, restando importancia al impacto.
–Bien, deberíamos salir y ver qué ocurre –intervino el brujo–. No me inspira demasiada confianza la escena que hemos presenciado. Además, jamás había visto una criatura como esa.
–Esa criatura no puede ser de nuestro mundo. El hombre parecía aterrorizado –intervino el explorador, mostrando su miedo–. No estoy seguro de querer salir ahí fuera…
–Bien, haz lo que quieras –respondió el humano, mientras se levantaba y se sacudía el polvo de la toga–. Yo iré a ver que hay.
Fermir se asomó a la siguiente sala con mucho cuidado y esperando cualquier sorpresa. Era un hombre joven, su pelo era plateado y descansaba en grandes mechones sobre sus hombros. Sus ojos azules se centraron nada más salir de la celda en el cadáver que estaba tendido detrás de la mesa. Su rostro parecía retorcido y consumido por el horror. Tenía diversas heridas distribuidas por todo el cuerpo que, a simple vista, parecían mordiscos. Pero ninguna de ellas podría considerarse lo suficientemente grave como para causarle la muerte. El contorno de los mordiscos mostraba un aspecto oscuro, putrefacto, como si una fuerte infección lo hubiera devorado.
Mientras el humano revisaba el cadáver, Mara salió de entre las sombras, mostrando sus facciones humanas a la luz de las antorchas. Su cabello era castaño, su rostro era terso pero reflejaba el maltrato ocasionado por su vida de esclava. Sus ojos, profundos y color miel, rápidamente se centraron en el cofre que descansaba al fondo de la habitación.
–Esta cerradura sería muy fácil de abrir –dijo la humana mientras revisaba el cofre–, si tuviera algunas ganzúas…
–¿Como estas? –le dijo el hechicero con una sonrisa, mientras le lanzaba dos ganzúas, que había encontrado en uno de los bolsillos del cadáver.
Las agarró al vuelo y sin dilación comenzó a trabajar la cerradura, que en apenas unos segundos estaba abierta. Agarró su equipo: una simple coraza de cuero, un arco, dos dagas y su equipo de supervivencia básica, que no eran más que algunas ganzúas, pinzas y unas cuerdas.
–Señores, su equipo está listo –dijo Mara en tono socarrón, forzando una reverencia.
Noth y Ereván no tardaron en salir de la celda al ver que la siguiente estancia parecía segura. El primero en salir fue el brujo, mostrando a los demás su pelo color azabache, sus orejas picudas, fruto de su madre elfa, y sus ojos violetas y profundos. Su túnica era oscura y reflejaba ciertos tonos plateados al exponerse a la luz de las antorchas. Ereván le siguió y su grácil figura distaba del resto del grupo. Era alto y fibroso, sus facciones estilizadas mostraban claramente su descendencia elfica, obviando sus picudas orejas, señal inequívoca de su raza.
Ambos recogieron su equipo; Noth agarró su cetro negro que tenía unas extrañas marcas rojas, agarrándolo como si fuera un niño que debía cuidar. Ereván hizo lo propio al recoger su arco, algunas flechas que guardaba en un carcaj de cuero, su espada larga y una cota de cuero y malla.
–¡Rápido! ¡Lánzame el bastón de madera enroscada! –ordenó Fermir, sin apartarse del cadáver.
Mara, sin cuestionar las razones, obedeció y éste lo agarró mientras se incorporaba y apuntaba al cadáver con cierto nerviosismo.
Aquella figura comenzó a moverse, al principio eran pequeños espasmos, que fueron aumentando hasta que, de pronto, abrió los ojos. Eran completamente negros, cubiertos de una película lechosa, que los hacía brillar con la luz del fuego de las antorchas. Se levantó de un respingo, de una forma mucho más ágil que los no muertos conocidos por todos.
El humano retrocedió mientras pronunciaba unas palabras en voz baja. De su bastón brotó una saeta de fuego que, con una velocidad endiablada, impactó de lleno en el pecho de aquel engendro retornado del averno, provocando que se desplomara sin remedio.
–Con estas cosas es mejor atacar y luego preguntar –dijo el hechicero con una sonrisa.
–¡Cuidado! –gritó Mara de inmediato, mientras se lanzaba al ataque al ver que la criatura se volvía a levantar rápidamente, como si la magia del hechicero no hubiese provocado ningún daño en su cuerpo.
Clavó sus dagas en la espalda de aquel humano retornado, realizando dos limpios cortes que atravesaron su espalda. Pero al momento notó que algo no iba bien. Ella se había enfrentado en otras ocasiones a no muertos y sabía perfectamente que aun muertos sangraban y sentían los golpes, algo que este ser no hacia ni parecía notar. El engendro se giró de inmediato, centrando su atención en la humana y, con una velocidad impropia de los seres a los que se parecía, se abalanzó contra ella propinándole un mordisco en la pierna. El dolor inundó el cuerpo de la mujer, que a duras penas consiguió zafarse del mortal abrazo de su enemigo.
En ese momento un rayo purpura atravesó la estancia, impactando directamente en el rostro ensangrentado de la criatura, provocando que se curvara hacia atrás en una posición grotesca e inhumana. Sin embargo de inmediato ésta volvió a incorporarse, como si el rayo de energía tampoco le hubiera provocado el más mínimo daño. Ereván fue el siguiente en probar suerte con su espada larga y un certero golpe, abriendo una herida que cruzó el pecho de la criatura; la cual, una vez más, hizo caso omiso del ataque. El retornado aprovechó el momento de sorpresa del elfo para lanzar un nuevo bocado, provocando una terrible herida en su brazo.
–Pero ¡¿por qué no se inmuta?! ¡Vamos a morir! –gritó el elfo agarrándose el brazo y corriendo a esconderse presa del terror entre las sombras de la celda.
Una segunda flecha de fuego impactó en el pecho de aquel ser, pero esta vez, Noth, notó algo diferente. Vio como el fuego explotaba en su pecho, pero las llamas y las energías residuales del conjuro, fueron absorbidas por la reciente herida que había provocado el explorador.
–¿Aún no te has dado cuenta maldito inútil? –dijo aquella voz en su cabeza–. No podéis matarlo, un oscuro ha tomado posesión de su cuerpo y cuanto más le ataquéis, más fuerte se hará. Pensaba que eras más listo… –añadió despectivo.
–¡Déjame! ¡Tú que sabrás! –grito Noth en voz alta sin pretenderlo, llamando la atención del enemigo.
La criatura saltó contra el brujo y sin poder remediarlo recibió un mordisco en el antebrazo, haciéndolo caer de espaldas por la fuerza del encontronazo. Noth se cubrió el rostro con los brazos, carecía de la fuerza o agilidad suficiente para zafarse de aquel ataque. Estaba convencido que iba a morir en ese fatal ataque, pero no fue así. Inexplicablemente el engendro se detuvo. Alzó la vista con la mirada perdida, se levantó y se quedó observando con fijeza una de las paredes.
Fermir se dio cuenta de lo que ocurría. El enemigo miraba fijamente en dirección en donde se encontraba la estatua que estaba en la celda. No tardó en escabullirse para plantarse delante de la escultura y tratar de encontrar la clave para acabar con ese engendro. El cual empezó a andar por la habitación, errante y sin rumbo fijo, como si de pronto no le interesaran en absoluto ninguno de los que ahí se encontraban.
El hechicero comenzó a golpear con su bastón la grotesca estatua de piedra sin demasiado éxito, pues parecía que no le hacía ningún daño. Aunque algo sí que logró, ya que llamó la atención del retornado; quien, atraído por el ruido de los golpes, comenzó a caminar hacia el interior de la calabozo con un andar perezoso. Mara reaccionó al momento, aún dolorida por la herida, se incorporó y trató de llamar la atención de la criatura, que la ignoró totalmente como si no la viera; hasta el punto de tropezar con ella.
Noth continuaba tumbado en el suelo, aun sin creerse que hubiera salido con vida de la comprometida situación en la que se había visto inmerso. La herida le quemaba, como si un fuego le consumiera por dentro. Pero lo peor no era el dolor. En su interior notaba como el vínculo con el ente demoniaco que había pactado se debilitaba y comenzaba a alejarse.
–No dejes que te consuma… –fue lo último que le escuchó decir al demonio.
El retornado en aquel momento divisó al hechicero, quien con un certero golpe partió el brazo de la estatua, este calló en el suelo de piedra y se hizo añicos. El brazo de aquel ser se desprendió en un instante y se consumió en el suelo, dejando una mancha negra como única prueba de que, lo que habían visto el grupo de aventureros, había ocurrido de verdad. Hecho que pareció volver a activar la furia que albergaba la criatura en su interior, ya que ésta cargó velozmente contra Fermir, cogiéndolo totalmente por sorpresa. Cuando lo vio era tarde, pues el engendro ya había hundido sus dientes en su cuello, sesgando sin remedio su vida de un solo bocado. Para después recuperar, casi instantáneamente, su estado de letargo.
El resto del grupo contempló la escena petrificados del terror, en un instante habían perdido a un miembro del grupo. La criatura en su camino, tropezó en varias ocasiones con el elfo y con Mara, que continuaron inmóviles por el miedo paralizante de que volviera a atacarles, pero éste ignoró completamente a los dos.
–Acércate antes de que sea tarde… –la voz del demonio, de una forma débil y difusa, volvió a hablar en la mente de Noth–. Absorbe su poder antes de que lo haga la estatua. Si el Oscuro absorbe el poder de un hechicero, será capaz de atravesar la barrera entre su mundo y el vuestro, y estaréis perdidos… – continuó mostrando un claro esfuerzo por comunicarse.
Noth se levantó sin pensarlo y se acercó a toda velocidad al fallecido. En ese momento lo percibió. Un haz de partículas, imperceptible a simple vista, salía directamente de la herida y se dirigía, lentamente, hacia la estatua. Posó sus manos sobre el cuerpo inerte de Fermir, cerró los ojos y volvió a escucharlo,
–¡El poder es nuestro! –gritó el demonio en su cabeza.
En ese momento sintió que una indescriptible fuerza inundaba su ser. La magia que vibraba en el cuerpo del humano era suya, otorgándole nuevos talentos que jamás había podido imaginar. Su cuerpo se iluminó con una fulgurante energía azul, que rápidamente desapareció en dirección al centro de su pecho.
–Ahora mi querido Noth, acabamos de absorber el poder de un hechicero –le dijo entre risas la oscura y profunda voz–. Pronto averiguarás el poder que ostentas, si no mueres antes…
Continuará…
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Hola María!
ResponderEliminarEstá bien escrito y la narración es ágil, pero el tema me atrae poco, no empatizo con estos personajes.
De todas maneras le deseo lo mejor al autor.
Un besote.
HOla!! uy... a mi es que esta temática no me mola mucho... Gracias por acércanoslo de todos modos. Besos, guapi
ResponderEliminarMuchas gracias por darnos a conocer al autor y el libro. Un beso
ResponderEliminar¿Es una lectura apta para niños? ¿Lo recomendarías para un niño de 11 años? A mi sobrino le encanta leer. Gracias!!
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarPues me voy a pasar primero por la anterior que no la he leído y continuar con esta, tiene muy buena pinta, gracias por el aporte.
Muchos besos.
Me ha costado aclararme con los personajes al empezar a leer sin haber leído el previo, pero ¡me ha gustado! Yo si que soy de leer alguna vez libros de este estilo, y este autor no lo tenia controlado :)
ResponderEliminar¡Soy la seguidora número 1100!
ResponderEliminarEnhorabuena para ti :)
Me busco al autor que su estilo me ha gustado.
Gracias por presentarnos el libro y su autor. Me ha gustado mucho la narrativa y el estilo. Es un género muy interesante y muy profundo. No me importaría leerlo pero no ahora. Es un tipo de lectura que me tiene que apetecer. Hay temporadas que me apetece leer más un género que otro. No sé si le pasa a más gente o soy un bicho raro. Tengo mi época de novela histórica, otra de novela policíaca y otra de novela fantástica. Suelo guiarme mucho por el título.
ResponderEliminarEmpecé leyendo este capitulo, se me hizo pesado ya con las primeras lineas. La presentación de los personajes, mejor dicho su entrada en la escena, no me llamó la atención. Siendo un primer capitulo tendría que dar una descripción mejor de ellos, que me imagino seas protagonistas de este cuento. Leí unas cuantas lineas más, y mi atención se fue ya que el dialogo de los personajes no me daban emociones, no consiguió engancharme para seguir leyendo. Las historias como estas me encantan, y por supuesto como persona que ama El señor de los anillos me gustan relatos de este tema. Pero la forma de escribir es como cortada, como si hablara en vez de escribir. Deseando lo mejor a este autor, lamento decir que dejé la lectura casi enseguida.
ResponderEliminarMira que lo que he leído me llama pero tengo poco tiempo ultimamente y se me están juntando pendientes que no veas, no lo descarto porque tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarUn bes🖤
M&B
Pues, esta muy bien escrito... A mi me ha enganchado hasta el final. Lo único por poner peros constructivos es que la presentación de los personajes no está muy bien definida, debería ser algo fundamental para aclarar la historia 😉
ResponderEliminar¡Hola, guapa!
ResponderEliminarTe felicito por la iniciativa, es una forma estupenda de dar a conocer la obra del autor, José Luis Martínez de forma más directa. Me suelen gustar las reseñas pero este método es estupendo para saber si te gusta su prosa y te engancha. Conmigo lo ha conseguido, me gustan las historias fantásticas que me llevan a mundos desconocidos. Por cierto, me ha entusiasmado el primer capítulo de Los héroes de las sombras. Un abrazo.
Buenas tardes guapisima
ResponderEliminarYo soy muy selectiva a la hora de elegir libros para leer al igual que series y peliculas.
Pero lo que si he de decir, que esta muy bien escrito.
Saludos
Hola! Buena iniciativa! Me parece una historia interesante, lo que pasa es que últimamente no tengo mucho tiempo para leer, una pena porque antes devoraba los libros, pero la falta de sueño hace estragos en mí, aunque no descarto echarle un vistazo más adelante. Mucha suerte para el autor, seguro que tendrá mucho éxito!
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarMe gusta la fantasía, realmente es un género al que le tengo muchísimas ganas últimamente pero es que es ver elfos, magos y demás y me echa para atrás... eso sí, me ha gustado el capítulo ^^
Un beso!