Aalima, la Mudéjar de Bulkuna - Susana Aguilera Sánchez

Buenos días #klingonesas y #klingonenses,

hoy vamos a viajar al pasado, a una época bastante convulsa en que cristianos y musulmanes convivian en España, pero ya se comenzaba a entrever la reconquista.

Aalima, la Mudéjar de Bulkuna - Susana Aguilera Sánchez

Sinopsis

Daniel regresa a la casa de su pueblo tras la muerte de sus padres después de muchos años sin contacto con ellos. Allí, en los sótanos musulmanes de su casa andaluza, descubre un curioso manuscrito cuya portada contiene la cruz de Calatrava atravesada por una media luna musulmana. Un símbolo imposible.Con ayuda de su cuñada Dolores conocerá la historia de Aalima, una mujer única en su tiempo que se enfrentó al destino que su cultura le imponía y fue testigo de la creación de la Alhambra y el nacimiento del reinado nazarí.Fue una mujer que se replanteó su propia fe por un amor prohibido en aquellos tiempos de sangre, acero y fuego de la reconquista del al-Ándalus.

Opinión

 Daniel no quiere regresar a su casa, a Porcuna en Jaen. Hace años puso tierra de por medio y ahora se ve obligado por las circunstancias a volver: sus padres han muerto y hay que leer el testamento y repartir la casa y las tierras entre él y su hermano Manuel.

 Tras tanto tiempo sin dar señales de vida, el recibimiento es bastante frío y lleno deenfado, rencor y cosas no dichas. Tras superar el arrepentimiento inicial por haber ido, Daniel decide quedarse hasta la lectura del testamento y después ver que hace.

 Aalima ha nacido en Porcuna, en la época en que se llamaba Hisn Bulkuna, en el s. XIII de nuestra era, con la reconquista asomando por el horizonte. Eso era algo que a ella no le preocupaba de niña, sólo quería aprender y saber lo mismo que su hermano Ghali: leer, escribir, filosofía, matemáticas, montar a caballo, defenderse,... en definitiva todo lo prohibido para una mujer en esa época.

 Seguramente no sería la única que no deseara convertirse en esposa por matrimonio concertado con un completo desconocido y parir hijos hasta que le aguantara el cuerpo, pero ella contaba con dos elementos de los que carecían la inmensa mayoría de las mujeres: ser de buena familia y tener un hermano mellizo.

 Lo primero le permitía tiempo libre y cierto descargo de las tareas más pesadas, ya que para eso estaban los esclavos. Lo segundo hizo que pudiera aprender lo que le diera la gana, ya que su hermano la adoraba -era un sentimiento mútuo- y le permitía todos los caprichos que se le negaban a las demás mujeres. Aalima consiguió así montar a caballo y aprender ciertos rudimentos en la lucha con el arco y la flecha, aparte de conocimientos en otras materias que de otra forma no hubiera logrado.

 Sin embargo, el destino termina llamando a la puerta y a los quince años sus padres consideran que ya debería estar casada así que comienzan a buscarle marido entre los mejores hombres disponibles cercanos. Y así es como la vida de Aalima da un vuelco al salir de la seguridad y comodidad de su hogar y la compañía de su hermano para afrontar lo que se espera de una buena mujer andalusí.

 Estas dos tramas están conectadas de una manera que sabrás cuando te leas el libro; en el presente tendremos problemas familiares, descubrimientos extraños, misterio, intriga,... pero tengo que reconocer que la parte de Aalima ha sido mi favorita, sin ninguna duda. 

 Aalima es maravillosa en su inocencia de que ese periodo de tiempo con su hermano aprendiendo y desafiando las normas iba a durar para toda la vida. Sin embargo, le toca un duro despertar a la realidad en forma de unificar familias. Como si de una mercancía se tratara, nadie la deja decir la más mínima palabra sobre su futuro, nadie tiene en cuenta su opinión, nadie quiere oir lo que tiene que decir. A pesar de los obstáculos que le pone la vida, no se rompe; se doblega, si, como muchas ramas ante un viento fuerte, pero sin llegar a quebrarse.

 El trabajo de documentación junto con la ambientación en la época hacen que el entorno de Aalima

tenga vida propia: los diferentes lugares en los que vive en Granada, Córdoba y Jaén, los eventos sociales desmesurados, los grandes acontecimientos de su época de los que es testigo, los cambios inherentes a la reconquista, la huida por la cercanía de la guerra, la rendición de algunos enclaves, las muertes sin sentido que dejan los conflictos bélicos, la incertidumbre ante la cercanía del enemigo -la orden de Calatrava, en este caso-. Además, los lugares que habita también están dotados de su propia personalidad con sus ricos aposentos, sus fuentes y toda la gente que convive con ella.

 Las costumbres de la época, crueles y brutales en ocasiones, tan en contra de los intereses de Aalima, están también presentes en todo momento, rigiendo las vidas tanto de ella como de los suyos: veremos cómo es la vida en familia, las diferencias entre parientes y la manera de arreglarlas y la jerarquía imperante en cada casa: se obedece a quien manda sin cuestionarse nada, se cumple con las órdenes que se dan -las que sean- y no hay más, porque las alternativas son el destierro o la muerte. A veces ni siquiera existen esas alternativas y Aalima se dará cuenta de la peor forma posible de que lo que para alguien supone un simple juego, puede llegar a costar vidas. 

 Hay que entender el contexto de la época de Aalima: no sólo nos separan siglos y la religión, sino que la guerra era algo que se mascaba en el ambiente, un ambiente enrarecido y en tensión que se alimentaba de las contínuas capitulaciones y derrotas. Muchas decisiones más o menos acertadas se tomaban en base a eso y también es algo que se especifica muy bien, al igual que los momentos en medio de la batalla, en que es cuestión de una vida o la otra cuando se está frente al enemigo y no hay tiempo para pensar ni para nada que no sea matar con la mayor diligencia.

 La narración está dividida en dos tiempos: el presente, narrado en primera persona por el propio Daniel, que nos va contando sus pensamientos y sentimientos de primera mano, cómo era su vida y cómo ha ido cambiando, el impacto de volver tantos años después y encontrarse con viejos fantasmas, desenterrar lo que creía ya más que muerto y llevar a cabo hallazgos sorprendentes.

 En el pasado es en tercera persona y seguiremos los pasos de Aalima, unos pasos que la llevan por caminos insospechados, pero que dan para una vida llena de experiencias de todo tipo tanto buenas como malas. También sabremos lo que siente, lo que piensa, cómo va cambiando dependiendo de lo que le toca en suerte vivir, cómo se sobrepone a las desgracias y qué conexión hay entre su vida y el presente.

 Los datos y relatos históricos se van intercalando con las escenas en las que hay algo de movimiento y los pasajes en familia, pero la acción no decae en ningún momento. Susana utiliza una prosa ágil y precisa para irnos describiendo tanto los lugares del pasado como el Jaen del presente, con sus olivares, sus almazaras y sus palabras típicas al hablar. Hago un inciso para comentar que esto último me ha encantado, además, me he enterado de que algunas palabras aquí se utilizan con otro significado, por ejemplo, la famosa expresión cucha que viene del verbo escucha pero la usamos para decir mira: Cucha que tio más tonto...

El verbo Cucha

 En resumen, un libro que me ha encantado, bien narrado y descrito, con una protagonista fuerte y valiente que no vas a soltar hasta el final.

 Lee las otras reseñas que tengo de la escritora en el blog:

• El Secreto de Amara
• Todavía no Quiero Recordar
  

TEXTO A OCULTAR

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  “Los engaños y las mentiras no son problemas. Son razones para tomar caminos separados.” – Between The Tides, de Patti Callahan Henry.