Todos los demonios - Luís Roso

Buenos días #klingoneses y #klingonesas

Hoy os traigo una nueva lectura gracias a #soyyincanera en la que viajaremos al comienzo de la década de los 60 e iremos tras un asesino bastante difícil de encontrar.

Todos los Demonios - Luís Roso

Sinopsis

Verano de 1960. Un alto cargo de una institución pública alemana es salvajemente asesinado en Madrid, y el gobierno español trata de evitar un incidente diplomático asignando la investigación a uno de los detectives estrella de la policía: el inspector Ernesto Trevejo. Acompañado de una misteriosa profesora norteamericana, el inspector Trevejo rastreará el origen de un cuadro expuesto en un museo de Zúrich, que parece ser la clave del crimen, y sin pretenderlo se verá envuelto en una espiral de sangre y secretos en torno a uno de los aspectos más sombríos del régimen franquista: los fugitivos nazis refugiados en territorio español desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Con Todos los demonios, Luis Roso se consagra como uno de los más firmes valores de la novela negra nacional y teje una trama vertiginosa de venganzas personales, miseria moral, intereses económicos, antiguos odios y amores soterrados en la que vuelve a brillar su prosa incisiva, su ironía, su precisión y el exquisito cuidado en la ambientación histórica. Y también brilla Trevejo, ese policía descreído, práctico, determinado por su muy particular código ético que, en ese Madrid que pretende subirse al tren de la modernidad y en el que pululan nazis expatriados, antiguos «camisas viejas», arribistas y miembros de los servicios secretos estadounidenses, sigue sabiendo nadar y guardar la ropa.

Opinión

 A Ernesto Trevejo lo reclaman del Ministerio de Asuntos Exteriores una triste mañana de lunes de agosto en la que se acaba de incorporar al trabajo tras unas vacaciones. Contrariamente a lo que él piensa, no lo llevan a las dependencias del ministerio sino al Goethe Institut, lugar en el que se encuentra con el comisario Gabriel Rejas.

 El motivo no es otro que ponerlo al cargo de la investigación del asesinato del profesor Jude Kochanski, director del Goethe Institut, que ha aparecido muerto. Debido a la importancia y magnitud tanto del pobre fallecido como de la institución que dirigía, el propio ministro de asuntos exteriores está junto al comisario Rejas para no perderse detalle de cómo va la investigación.

 El Goethe Institut es una institución que promueve el estudio de la lengua alemana y el acercamiento de esta cultura en países extranjeros. Es un lugar de relativo éxito en la sociedad madrileña y, aunque no es una embajada propiamente dicha, es lo suficientemente importante como para que el ministro Fernando María Castiella meta los jocicos -si, he puesto jocicos- mientras Trevejo intenta desenmarañar lo que ha ocurrido.

Trevejo se encuentra así con una doble presión sobre sus hombros: por un lado, una investigación de asesinato que podría suponer un infierno tanto en tema burocrático como de jurisdicción al tratarse de un ciudadano alemán y tener que solicitar documentación fuera de España; por otro, tener al propio ministro como la espada de Damocles observando todos y cada uno de sus pasos para ponerse medallas que no le corresponden o castigarlo si no termina pronto con todo ese tema de manera discreta y silenciosa. De hecho hay hasta algún que otro pobre diablo en la recámara para cargar con las culpas de un crimen que, por tratarse de un hombre relevante y de importancia, hay que resolver lo más pronto posible.

 Luis Roso nos lleva así a la década de los 60 construyendo un mosaico de situaciones y personajes que, en un principio, parecen no tener relación pero poco a poco se va viendo como encajan entre sí. Porque el finado parecía una persona del todo intachable y al mando de una institución cultural pero recordemos que hacía poco más de una década y media había terminado la IIWW y que los juicios, como por ejemplo el de Nuremberg, se habían sucedido poco después. España había abierto las puertas para que muchos nazis se refugiaran aquí y había que andar con pies de plomo a la hora de preguntar por afinidades, amigos y enemigos.

 Trevejo hace gala de ironía e inteligencia aunque en ocasiones la finura y la sutileza no sean lo suyo. Se siente un poco como un pez fuera del agua en esta investigación con dimensiones internacionales nada fácil de abordar. Por el camino se encontrará con personas interesadas en que el asesinato se resuelva pero no tendrá claro si intentan ayudarlo o entorpecer lo poco que va consiguiendo. Mary Clarke -pronúnciese Mary Claire, según nuestro avezado y políglota investigador- es quien le da la réplica y quien nos muestra hechos y datos curiosos sobre el arte.

 En una época en la que la única función de las mujeres era dejar el trabajo -si lo tenían- para casarse, hacerse el ajuar y tener una caterva de chiquillos, Mary Clarke optó por estudiar, trabajar y tener un puesto de relevancia en el mundo artístico. Ilustrará a Trevejo, así como a quien lee el libro, sobre curiosidades, detalles en los que no nos fijamos o pasamos por alto, desmenuzará obras de arte y les dará un sentido completamente diferente a lo que los demás mortales, menos avezados en estas lides, somos capaces de advertir. Hoy en día quizás no resultaría una mujer tan excepcional, pero en los años 60 resaltaba como un guisante o un haba en un plato de arroz blanco.

 También tendremos un retrato profundo de como es la España de esos años, de la situación que se vive y cómo es el día a día, por lo que el libro va alterando momentos de mas acción con otros más lentos y descriptivos en los que la parte cultural o histórica hacen aparición. También merece mención la diferencia de tecnología que en algunos momentos me ha estallado en la cara porque estaba tan metida en la narración que no caía en las dificultades que plantea, en un momento dado, que el teléfono más próximo esté a 10 kilómetros de distancia.

 

 El narrador de la historia es Trevejo, que nos hace partícipes de lo que va descubriendo, de cómo va uniendo los trozos a duras penas o como estos, de repente, dejan de tener nada que ver. Los chistes malos e inoportunos van salpicando la trama para quitarle importancia a algunos momentos incómodos o, precisamente, para incomodar todavía más.

 Es una novela negra a la que no le falta ninguno de los ingredientes al uso, en la que todo queda bien explicado y va mezclando sangre con obras de arte. Tiene una buena ambientación y unos personajes memorables -Trevejo es mucho Trevejo- que nos dejan momentos bastante intimistas. Ernesto Trevejo, al ser el narrador, nos regala sin miramientos todo lo que hace o lo que pasa por su cabeza. La ambientación también me ha gustado bastante: una España que, tras la Guerra Civil y el comienzo de la dictadura apenas se acaba de abrir al exterior, con costumbres rancias y arcáicas que se reflejan en mayor o menor medida en los personajes del libro y que chocan con los que vienen de fuera y traen con otras vivencias y otro tipo de miras.

TEXTO A OCULTAR

Muchas gracias al escritor y a las compañeras de #soyyincanera. Compra el libro AQUI.

Por cierto, con este libro queda inaugurado el reto Escenarios de Novela Negra, en la categoría "Lite Viajero Casual: Lecturas que se abordan a ciegas y sorprenden." porque cuando me propusieron leerlo, ni me lo pensé.

¿Qué opinas? ¿te ha gustado la reseña? ¿leerías el libro? Por favor, deja tu respuesta en un comentario. Gracias!

  "Cuanto más trabajo, más suerte parece que tengo." - Thomas Jefferson.